Los humanos somos un ejemplo lineal de un fractal de la Tierra y reproducimos, en nuestro interior, todo el contenido sistémico de la biología terráquea. Por ello, es fundamental que reconozcamos la importancia de unir nuestra frecuencia en observancia de esta relación, para entrar en sintonía con la Madre Tierra.
A partir de la práctica de meditaciones en momentos específicos (solsticios, equinoccios, lunas, eclipses y el comienzo de cada signo del zodíaco), se busca la armonización del cuerpo a través del tiempo, buscando sincronía con los ciclos naturales, para encontrar orden y coherencia en nuestras vidas.